Hace unos días cayó en mis manos (querido Jacob, gracias) un ejemplar del libro "Las fantasías de Sensueye" de Helen A. Campbell y yo nunca digo que no a un buen estímulo.
Recién acabado el libro he de decir que, en líneas generales, la lectura de sus páginas no ha defraudado mis expectativas. Ha resultado muy entretenido de leer y, en muchos momentos, excitante. Algo tiene la protagonista que me ha resultado fácil meterme en su piel, vivir sus experiencias, casi sentir lo que ella ha sentido...
Tal y como yo lo veo, Sensueye es una mujer con la que hasta cierto punto te puedes identificar: tiene sus historias, sus romances más o menos afortunados, sus quebraderos de cabeza; leyendo el libro puedes llegar a pensar "si es que yo también soy así", o "a mí en el fondo me gustaría ser así", incluso "yo jamás sería como ella". La pasión que siente por el sexo y su forma de demostrarlo indiferente no deja.
El libro se compone de una sucesión de relatos cortos cuya protagonista, Sensueye, es una mujer joven (sí, con 36 años se es joven), sin pareja, liberal, desinhibida, sensual y totalmente dispuesta a explorar cuantos límites del placer se le pongan por delante. En cada capítulo vive una experiencia sexual distinta, todas diferentes pero con un denominador común: fuera inhibiciones, fuera tabúes, fuera cadenas (las psicológicas por lo menos) y viva la libertad (no confundir con libertinaje), viva el amor y, sobre todo, viva el SEXO (con mayúsculas).
También me ha gustado mucho esa especie de evolución que sigue el personaje, que empieza pregonando las ventajas de la soltería, de amante en amante, descontrolada, erótica, y según pasas las hojas te das cuenta de que con el tiempo la cosa cambia. Ya busca algo distinto y cuando lo encuentra no importan los demás, sólo él. Es por eso que resulta tan fácil identificarse con Sensueye, ¿qué mujer no quiere ser una princesa y tener su propio dragón para amar con pasión, dentro y fuera de la cama? Que me digan donde hay que firmar.
Por otro lado no todo van a ser flores. Como carencias en el libro he de decir que, a veces, me he liado un poco con las situaciones que vive y ya no sabía si hablaba del mismo hombre, de otro, si este relato pasó antes que el anterior o después... Aunque a priori los cuentos se suponen independientes unos de otros, en ocasiones me ha dado la sensación de que existe algún tipo de conexión temporal que no me ha terminado de cuadrar.
Tal vez es que soy más de historia completa con argumento de principio a fin, me pasa como con "Eva Luna" y "Cuentos de Eva Luna"; sin dudarlo el primero. Espero de verdad que la autora escriba un libro sobre Sensueye para poder bucear un poco más en su mundo.
Conclusión: muy recomendable si se quiere pasar un buen rato porque ¿hay algo mejor que estar una tarde entera tumbada en el sofá, tapadita con una manta, con una copa de vino, excitada con las vivencias de Sensueye? Pues sí, una tarrina de helado de vainilla con nueces de macadamia. Pero esa es otra historia.
Recién acabado el libro he de decir que, en líneas generales, la lectura de sus páginas no ha defraudado mis expectativas. Ha resultado muy entretenido de leer y, en muchos momentos, excitante. Algo tiene la protagonista que me ha resultado fácil meterme en su piel, vivir sus experiencias, casi sentir lo que ella ha sentido...
Tal y como yo lo veo, Sensueye es una mujer con la que hasta cierto punto te puedes identificar: tiene sus historias, sus romances más o menos afortunados, sus quebraderos de cabeza; leyendo el libro puedes llegar a pensar "si es que yo también soy así", o "a mí en el fondo me gustaría ser así", incluso "yo jamás sería como ella". La pasión que siente por el sexo y su forma de demostrarlo indiferente no deja.
El libro se compone de una sucesión de relatos cortos cuya protagonista, Sensueye, es una mujer joven (sí, con 36 años se es joven), sin pareja, liberal, desinhibida, sensual y totalmente dispuesta a explorar cuantos límites del placer se le pongan por delante. En cada capítulo vive una experiencia sexual distinta, todas diferentes pero con un denominador común: fuera inhibiciones, fuera tabúes, fuera cadenas (las psicológicas por lo menos) y viva la libertad (no confundir con libertinaje), viva el amor y, sobre todo, viva el SEXO (con mayúsculas).
También me ha gustado mucho esa especie de evolución que sigue el personaje, que empieza pregonando las ventajas de la soltería, de amante en amante, descontrolada, erótica, y según pasas las hojas te das cuenta de que con el tiempo la cosa cambia. Ya busca algo distinto y cuando lo encuentra no importan los demás, sólo él. Es por eso que resulta tan fácil identificarse con Sensueye, ¿qué mujer no quiere ser una princesa y tener su propio dragón para amar con pasión, dentro y fuera de la cama? Que me digan donde hay que firmar.
Por otro lado no todo van a ser flores. Como carencias en el libro he de decir que, a veces, me he liado un poco con las situaciones que vive y ya no sabía si hablaba del mismo hombre, de otro, si este relato pasó antes que el anterior o después... Aunque a priori los cuentos se suponen independientes unos de otros, en ocasiones me ha dado la sensación de que existe algún tipo de conexión temporal que no me ha terminado de cuadrar.
Tal vez es que soy más de historia completa con argumento de principio a fin, me pasa como con "Eva Luna" y "Cuentos de Eva Luna"; sin dudarlo el primero. Espero de verdad que la autora escriba un libro sobre Sensueye para poder bucear un poco más en su mundo.
Conclusión: muy recomendable si se quiere pasar un buen rato porque ¿hay algo mejor que estar una tarde entera tumbada en el sofá, tapadita con una manta, con una copa de vino, excitada con las vivencias de Sensueye? Pues sí, una tarrina de helado de vainilla con nueces de macadamia. Pero esa es otra historia.
Querida Elena:
ResponderEliminarMuchas gracias por no solo compartir mi sueño, si no por haber comprendido cada letra que Sensueye transmite.
Gracias por tu crítica, por volar y sobre todo por tu recomendación.
Espero que algún día, ese libro se haga realidad y que también, mi querido Jacob, te haga llegar un sueño más.
Un besazo enorme,
Helen